lunes, 16 de marzo de 2015

Baja autoestima, ¿por qué no me gusto?



Baja autoestima, ¿por qué no me gusto?



La imagen que tienes ti mism@ no es genética o heredada, es aprendida. Todo lo vivido a lo largo de nuestra vida se va acumulando en nuestro cerebro en forma de creencias que, equivocadas o no, nos ayudan a entender el mundo y a formarnos una imagen de cómo somos y cómo nos ven los demás.

Puedes pensar de ti que eres guap@, inteligente, responsable, buen@, o todo lo contrario, siendo todo ello el resultado de tu historia previa. Todo lo que has vivido ha dado lugar a tus creencias sobre ti mismo. 
Estas creencias pueden ser verdaderas o erróneas con la realidad, pero el hecho de darlas por ciertas ya influye en cómo nos comportamos. Si una persona se cree inútil, el propio miedo a equivocarse la llevará a cometer errores, y éstos a su vez confirmaran su creencia. "Ya decía yo que no podría hacerlo, soy inútil".

Es importante aprender a relativizar todas nuestras creencias, las tenemos tan asumidas que las damos por ciertas, pero si nos paramos a cuestionarlas podríamos sorprendernos a nosotros mismos de cuantas cosas damos por ciertas aún teniendo multitud de pruebas en contra.
Y  algo más, no significa que siempre estemos equivocados, pero puede que lo en un principio fuera cierto, con el paso del tiempo ya no lo sea.


La imagen corporal, no me gusta mi aspecto.

La percepción y evaluación de nuestra propia apariencia física o imagen corporal nos influye y está estrechamente relacionada con nuestra personalidad, autoestima, forma de comportarnos y nuestro bienestar. 

Es muy frecuente preocuparse de la propia imagen, y mucho más estar insatisfech@ con ella. A la mayoría de las personas les gustaría poder cambiar algo de su imagen,  otras están insatisfechas con toda su apariencia en general.

La queja más habitual es la de un desagrado por nuestro cuerpo en general (peso, figura), la segunda queja más formulada es la de un desagrado por la zona inferior del cuerpo (muslos, piernas, abdomen). De la parte superior, las quejas se suelen centrar en la nariz, los ojos, la piel y el pelo. Aunque en realidad cualquier parte del cuerpo es susceptible de ser motivo de queja.

En algunas personas esta preocupación llega a ser muy acusada y persistente, influyendo en lo que siente, piensa y hace cada día, pudiendo entorper enormemente su vida social. 
En las situaciones sociales es cuando esta preocupación entorpece más, puesto que podemos sentirnos observados y evaluados, sintiéndonos ansiosos, ridículos y avergonzados. "No he ido a la playa en años, no soporto que me puedan ver en bañador".

Como consecuencia de ello podemos evitar las situaciones sociales, evitar exponer ciertas partes del cuerpo o camuflarlas con ropas anchas u oscuras, evitar ponerse en traje de baño o mantener relaciones sexuales, evitar pesarse, realizar movimientos o tomar posturas para ocultar el defecto, compararse con otras personas, evitar mirarse en el espejo o por el contrario mirarse y acicalarse en exceso durante horas.

¿Por qué no me gusto?

En la mayoría de culturas la belleza ha sido vista como un don y la fealdad como una maldición. ¿Pero qué o quién decide lo que es o no es bello? Las convenciones sociales de cada cultura, lugar y época determinan lo que es bello y lo que no lo es, no existiendo un estándar universal para la belleza. Veamos por ejemplo cuáles son las características físicas deseables en Etiopía, China o India… Cuáles eran las características físicas deseables en Europa en el s. XIX…. E incluso, cuáles son los estándares actuales en nuestra cultura, en que de un lado la publicidad y la moda nos enseñan cuerpos extremadamente delgados, y por otro multitud de personas coinciden en que las curvas de Jennifer López o Kim Kardashian son altamente atractivas.
Todo ello nos debe llevar a la conclusión de que la belleza es un concepto totalmente subjetivo, las convenciones sociales nos lo marcan, y nuestra experiencia personal también (pueden atraernos más las personas altas o las bajas, las personas rubias o morenas…)

Debemos remarcar también que el aspecto físico no lo es todo a la hora de percibir a una persona como atractiva. El aspecto puede ayudar, pero otras características influirán, cómo su actitud, su personalidad,... es aquello que no puede medirse objetivamente, pero que podemos sentir. Actúa también al revés, personas que en un primer momento no nos parecen físicamente atractivas tienen una forma de actuar y de confiar en si mismas que nos hace verlas como atractivas.
En cualquier caso, el aspecto físico influye en nosotros, en cómo nos sentimos, en cómo actuamos con los demás, y en función de cómo nos ven los demás y cómo actuamos con ellos, éstos también actuarán con nosotros, es, en fin, una reacción en cadena.





Algunos principios para la reflexión:

El primer paso para gustarse y quererse es el de aceptarse. 
A todos nos gusta arreglarnos y parecer atractivos, pero no hay que limitarse a pensar que lo que valemos como personas depende solamente de nuestra imagen. Si lo que ves en el espejo no es lo que desearías ver, no podrás sentirte a gusto con tu cuerpo.
Lo más saludable es que decidas por ti cuál es tu idea de belleza, igual que puedes vestirte según lo que te guste y no según lo que diga la moda, para gustarte a ti mism@ no necesitas que otros te impongan su concepto de belleza.
El valor más importante no es ser guap@, sino el de gustarte a ti mism@. La belleza es una actitud, y si no te sientes guap@ no lo serás para los demás.
Para ello empieza destacando lo que sí te gusta realmente de ti aunque no coincida con la opinión general. Tu cuerpo y cómo lo vistas debe gustarte primero a ti, y para conseguirlo debes tener tu propio criterio y no dejar que otros lo impongan.


Walter Riso aconseja las siguientes pautas para mejorar el concepto que tienes de tu imagen corporal:
1. Define tus propios criterios sobre lo que es bello y estético.
2. Descarta la perfección física y los criterios estrictos, porque las personas perfectas en todo no existen.
3. Descubre y destaca las cosas que te gustan de ti.
4. Ten en cuenta que tu autoimagen se transmite a los demás, la actitud que tengas ante ella influye en cómo te ven.
5. El aspecto físico es sólo uno de los componentes de tu autoimagen. Las personas además de ser guapas pueden tener otras características que las hacen ser atractivas: calidez, amabilidad, gracia, ternura, torpeza, inteligencia, y un largo etcétera.
6. No magnifiques lo que no te gusta de ti, hay cosas que no nos agradan de nosotros que otras personas ni han visto o no le dan ninguna importancia.

7. No te compares con nadie, cada persona es única y está formada por un todo: actitud, personalidad, físico, etc.



¿Puedo llegar a aceptarme?

Dificilmente encontraremos a una persona que no perciba en su cuerpo algo que no le guste: soy muy bajo@, tengo estrías, arrugas, etc. Pero si estas percepciones nos limitan en nuestra vida diaria, e incluso dejamos de hacer cosas por cómo nos vemos, deberíamos pensar en ello.
¿Te identificas con alguna de estas frases?

- "Sólo puedo comprarme prendas anchas y de colores oscuros"
- "No puedo llevar ropa de tirantes, aunque pase calor"
- "No puedo ir a gimnasio hasta que pierda peso"
- "No voy a la playa con mis hijos, no soporto pensar que me puedan ver en bañador"
- "No me peso desde hace años"

La terapia psicológica cognitivo conductual se ha mostrado eficaz, un programa de tratamiento con buenos resultados se puede desarrollar a lo largo de dos meses con una sesión semanal.
Se requiere de una primera evaluación de los pensamientos, sentimientos y conductas para poder acordar un plan de intervención individualizado que pueda trabajar el cambio de los pensamientos negativos y derrotistas hacia la apariencia, trabajar con las distorsiones, las quejas, afrontar estereotipos y prejuicios, y finalmente poder realizar todas aquellas cosas que no se ha atrevido a realizar antes por inseguridad, reduciendo la ansiedad que provocan.



Una buena autoestima es importante:
  • Aumenta las emociones positivas, siendo menos vulnerable a la tristeza y la depresión.
  • Se consiguen mejores resultados en las tareas que se realizan, porque te sientes más capaz y más competente, serás también más perseverante en tus objetivos.
  • Mejora la forma de relacionarse con otras personas, sin estar pendiente de la aprobación de otros o temer al ridículo.
  • Querer a los demás sin temor a perderlos.
  • Sentirse más autónomo y libre de tomar tus propias decisiones.


jueves, 5 de marzo de 2015

Mantener la mente activa: estimulación cognitiva


La estimulación cognitiva: mantener la memoria, la atención, el lenguaje…


A finales del s.XX nuestra sociedad ve cómo se incrementa de forma exponencial el número de personas mayores debido al aumento de la esperanza de vida, a la mejora de las condiciones de salud, a los avances en medicina, etc. Hemos visto también cómo la aparición de nuevas enfermedades vinculadas a la edad como las demencias o las alteraciones cognitivas han ido incrementándose a la par que vivimos más años. No sólo es importante vivir más tiempo, sino hacerlo con la mayor autonomía posible, y disfrutar de una buena calidad de vida.


La estimulación cognitiva es un entrenamiento con finalidad preventiva y rehabilitadora de las capacidades mentales que pueden verse alteradas debido al envejecimiento normal o a alguna enfermedad, accidente o demencia.





La estimulación cognitiva está especialmente indicada para personas que puedan sufrir algún deterioro de las funciones mentales (atención, concentración, memoria, lenguaje), está dirigida a la prevención de la pérdida de estas funciones y a conseguir su mantenimiento durante el mayor tiempo posible. 
Aunque pueden darse casos de personas más jóvenes, lo más habitual es que estos problemas afecten a las personas mayores de 60 años, bien por el proceso normal de envejecimiento, bien por la afectación de alguna demencia o Alzheimer.

La estimulación cognitiva se realiza a través de una serie de ejercicios que potencian el uso de la memoria, el lenguaje y la atención de la persona, elementos básicos para que  permanezca orientada en el espacio/tiempo, no pierda vocabulario, y sea capaz de recordar desde lo más pasado a lo más reciente.

Lo ideal es que puedan realizarse ejercicios durante al menos media hora al día, intentando no sobrecargar o saturar. Además, deben ser variados para evitar el agotamiento y para trabajar todas las áreas. Adaptarlos a las características y a los gustos del paciente es también importante, para que sean motivantes, y no una carga.

En los casos de demencia o de Alzheimer suele ser recomendable que el paciente trabaje desde su entorno habitual para evitar la desorientación que les provoca estar en espacios nuevos.

Para llevar a cabo la estimulación cognitiva el profesional puede realizar él mismo las sesiones con el paciente; o bien puede enseñar y dar apoyo a una persona/familiar para que sean ellos los que hagan los ejercicios con el paciente, convirtiendo a esa persona en co-terapeuta, el profesional realiza una labor de apoyo y supervisión.
Es posible además, hacer partícipes en algunos ejercicios a los niños de la casa, creando un espacio de juego y relación entre generaciones.

Los objetivos de la estimulación cognitiva:


  • Mejorar la calidad de vida.
  • Potenciar la autonomía, y con ello, la autoestima.
  • Mantener las capacidades mentales y el estilo de vida el máximo tiempo posible.
  • Reforzar las habilidades y capacidades actuales.
  • Facilitar la interacción con el entorno físico.
  • Facilitar las relaciones con las demás personas/familiares/cuidadores.
  • Disminuir la ansiedad y la confusión.
  • Evitar la desconexión con su entorno.
  • Evitar reacciones psicológicas anómalas (agresividad, deambulación, insomnio…)