martes, 2 de junio de 2015

Apoyo a las personas cuidadoras de personas con dependencia


Apoyo a personas cuidadoras de personas con dependencia


Durante las últimas décadas ha incrementado notablemente el número de personas que pueden estar en situación de dependencia (temporal o permanente). Debido a los avances médicos y la mejora de la calidad de vida, vivimos más tiempo y podemos superar enfermedades antes incurables, ha aumentado la esperanza de vida (vivimos más años), luchamos contra enfermedades degenerativas, y sobrevivimos a más accidentes antes mortales.
Las estadísticas revelan que en más del 70% de los casos en que una persona pasa por una situación de dependencia la familia se hace cargo de todos los cuidados necesarios.



En algún momento de nuestras vidas alguno de nuestros seres más cercanos puede pasar a ser una persona con dependencia. Ante tal acontecimiento, esperado o inesperado, podemos tomar la decisión de pasar a ser sus cuidadores.

Lo más habitual ante el hecho en que un miembro de la familia pasa a ser dependiente de otros es que en un principio se impliquen todos los miembros en su cuidado, pero si la situación se alarga en el tiempo la organización familiar acaba depositando la mayor carga de responsabilidad en una sola persona, normalmente la más cercana a la persona dependiente (esposa/marido o hijo/hija) o la que en ese momento parece tener menos responsabilidades o un horario más libre.
En España la mayoría de personas cuidadoras son mujeres de 45 años en adelante.

Enfrentarse a la propia enfermedad o a la de alguien cercano es un suceso de gran impacto emocional.  El cuidador se dedica a la otra persona, aplazando sus propias necesidades y deseo sin límite de tiempo. Multitud de sentimientos, pensamientos y emociones son acallados por miedo o por vergüenza, porque no los sienten “apropiados”, pero el hecho es que no solamente son del todo comprensibles, sino que que silenciarlos puede empeorarlos. Nos referimos a sentimientos de miedo ante el futuro, rabia y frustración, tristeza…y también culpabilidad por sentir todo ello.


Cuidar al que cuida: Prevenir el Síndrome de sobrecarga del cuidador.

La persona cuidadora de una una persona/familiar con dependencia habitualmente se encuentra en una situación de alto estrés y ansiedad durante largos periodos de tiempo, normalmente años, puesto que no es, o no se siente, libre de tomar un tiempo de descanso o unas vacaciones que le ayuden a desconectar y cargar las pilas. Además, no sólo nos referimos a un cansancio físico, sino también mental, puesto que las preocupaciones y la implicación emocional están presentes a diario.

La persona cuidadora está expuesta a padecer alguna de estas situaciones:

  • Ánimo deprimido: tristeza, desesperanza,...
  • Abandono de su propia persona: no ir al médico para ella, no comprarse cosas, dejar de cuidar su imagen, abandonar aficiones...
  • Sentimientos de soledad: pocas relaciones sociales, pérdida de amistades, incomprensión de otras personas,...
  • Inapetencia: dejar de hacer cosas que antes le gustaban, no tener ganas de nada, pérdida de interés por la pareja o las amistades,...

Según datos del IMSERSO un 54% de las personas cuidadoras sufre ansiedad (nervios, angustia, tensión, estrés…), un 28% muestra síntomas depresivos (tristeza, desmotivación…), un 17% muestra excesiva preocupación a padecer enfermedades, y el 11% muestra problemas más graves.
A nivel físico el 69% padece: dolores de cabeza, dolores articulares, dolores gástricos, pérdida de apetito, pérdida excesiva de peso, sudoraciones, vértigo, palpitaciones, temblores y afecciones cutáneas.
En el área social, el 54% abandona la relación con otros familiares y amistades, el 33% descuida su propia persona (salud, vestimenta, alimentación).

Todo ello es posible prevenirlo y tratarlo. El apoyo profesional puede ayudar a reestructurar horarios y funciones para gestionar y aprovechar mejor el tiempo y no sentirnos tan agobiados, mejorar nuestra comunicación con la persona dependiente y con el resto del entorno, aprender a relajarnos, y recuperar las ganas y la motivación para hacer planes y volver a cuidarnos.

Sobretodo es importante: No es posible cuidar de otra persona si no nos cuidamos nosotros.


Consideraciones ante la decisión de cuidar:

  • Hay que estar informado de la enfermedad y resolver todas las dudas con el médico. Cómo evolucionará con el tiempo, qué cuidados son necesarios, qué recursos hay disponibles, etc.

  • Comunicarse es muy importante, con la persona con dependencia, con todos los miembros de la unidad familiar, con los profesionales, etc. Comunicarse de forma efectiva, estar seguro de que los demás nos entienden y cerciorarse de haber entendido lo que nos comunican evita muchos conflictos y facilita la organización.

  • Planificarnos para adaptarnos a las nuevas necesidades. Planificar si hay que realizar adaptaciones en el entorno para hacerlo más cómodo, y para ello necesitamos del mayor conocimiento posible sobre la enfermedad y sobre los recursos disponibles en nuestro entorno y que nos puedan facilitar el día a día: servicios públicos, asociaciones, ayudas económicas, etc.





lunes, 13 de abril de 2015

La terapia de pareja




Problemas de comunicación en la pareja y la terapia de pareja.




Muchas personas tienen la creencia de que los conflictos no son buenos, que indican que una relación no está funcionando. Pero lo que nos indica la experiencia es que no es la ausencia de conflictos lo que demuestra el bienestar de una pareja, sino cómo los afronta. El conflicto debe ser visto como una oportunidad de cambio y de mejora ante una situación que se ha desequilibrado. La pareja que es capaz de solventar los problemas de una forma constructiva sale todavía más reforzada que antes del conflicto.

Existen muchos factores que pueden influir en que una pareja ya no esté a gusto junta, pero lo que vemos es que la pareja deja de compartir buenos momentos, cada uno se fija más en los defectos del otro y la crítica es la forma habitual de comunicarse, llegando a crear una espiral de conflicto, reproches y resentimiento.

Ante un conflicto de pareja hay tres formas básicas de reacción para su resolución:

  • La negociación constructiva: comunicarse de forma efectiva, sin reproches ni resentimientos, aclarando todos los aspectos que nos preocupan y lograr llegar a un acuerdo a partir de una negociación igualitaria.

  • La evitación: esta forma de afrontar los conflictos es la retirada. Una forma de mantener la paz es ceder ante todo, sin tener en cuenta los sentimientos propios. esta forma de actuar no nos beneficia a largo plazo, esto que la persona que siempre cede llega a estar a disgusto con el tiempo.

  • La crítica improductiva: la comunicación no se centra en la resolución del conflicto, sino en los reproches y el porqué de haber llegado a tal situación. No existe un diálogo constructivo, sino que cada uno se centra en descargar su frustración y su malestar sin ninguna propuesta de cambio.

Ante una situación de conflicto de pareja, hombres y mujeres tienden a reaccionar de forma diferente. La mayoría de varones reaccionan con retraimiento emocional, cerrándose en banda, y sin ganas de hablar, mientras que la mayoría de las mujeres tienden a reaccionar con una mayor implicación emocional, deseando hablar en profundidad de lo que le preocupa. Estas formas de comportamiento tan diferentes puede obstaculizar la comunicación y llegar a un acuerdo, por ello es importante acordar un momento y espacio para hablar sin presiones y con calma. Es siempre mejor esperar a que los ánimos se calmen para poder hablar sosegadamente y con total sinceridad.

Se puede mejorar la comunicación de la pareja a partir del aprendizaje de estrategias de escucha activa, comunicación efectiva, aumento de las conductas positivas, eliminar los pensamientos y creencias negativas sobre el otro, técnicas de relajación, de negociación y de resolución de conflictos. 



Terapia de pareja

La convivencia con otras personas implica ser capaces de negociar y ceder, y por mucho tiempo que pase, algunas veces en vez de ser más fácil, se vuelve más complicada.
La terapia de pareja trata de mejorar la comunicación entre la pareja y volver a establecer metas y proyectos comunes cuando éstos parecen haber desaparecido.

La terapia cognitivo conductual consta de una primera fase de evaluación en la que se realizan entrevistas conjuntas e individuales para determinar cuáles son las posibilidades de intervención. 

En la segunda fase de intervención,  se acuerdan en común los objetivos, se dan las pautas y se aprenden las técnicas más adecuadas a cada caso. La intervención puede constar de un número aproximado de entre 8 y 10 sesiones en las que se pueden trabajar las habilidades de comunicación, negociación y resolución de conflictos.

Aunque el objetivo deseable es el restablecimiento del bienestar de la pareja, éste no siempre pasa por el hecho de continuar juntos. Tomar y llevar a cabo una decisión también puede ser una tarea complicada.
En parejas que han tomado la decisión de la separación el profesional puede dar apoyo para que sea un proceso planificado y organizado en el que los hijos se vean lo menos afectados posible.

Apoyo en la separación/divorcio

Cuando una pareja decide separarse es una decisión muy meditada y posiblemente sea la única solución a una situación en la que ambos no están cómodos y no son felices.
Puede ser también un proceso más o menos amistoso, según sean las circunstancias, pero lo que está claro es que no es agradable para ninguno de ellos ni para los de su entorno.

Para que este proceso tenga el mínimo de consecuencias en el entorno es bueno poder planificarlo y saber cómo comunicarlo a los demás, sobretodo a los hijos.